martes, 4 de marzo de 2008

Triunfo Dogo

02/03/2008 El error es pretender que los equipos jueguen como a uno (nosotros, los del público) le guste. Y ellos, los equipos, lo hacen como mejor les conviene. A veces por afuera de las normas reglamentarias o al límite; esa línea casi imperceptible que divide lo lícito de lo otro en oportunidades se la transpone y mayoritariamente es una decisión pensada, muy pocas es “sin querer”. El triunfo de Córdoba, ante Mar del Plata . Jorge Mazzieri
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El mítico Chavo decía “sin querer queriendo”. La conveniencia de hacerlo viene de la mano del equipo cuando, en desventaja, quiere, por lo menos, perder por poco. Casi siempre esa escuadra, a priori derrotada, cuenta con la complicidad del otro contendiente, que sabiéndose ganador no toma las precauciones que ofrece el despliegue al máximo de los tantos recursos que ofrece el juego de rugby para que sus tácticas no sean obstaculizadas, en su mayoría, con las maniobras del que se sabe superado y cruza la línea, a menudo, sin ningún tipo de disimulo. Este sábado, por la primera fecha del Argentino Zona Campeonato, en el Country del Jockey Club de Córdoba, el seleccionado de la Unión Cordobesa (22) sufrió el embate en ese sentido, a veces de manera muy evidente del de la Unión de Mar del Plata (13). El ejemplo más claro fue la introducción de la pelota al scrum del atlántico, formación que retrocedió de manera constante. El encargado lo hizo, casi siempre de manera que la pelota cayera directamente en su bando, o sea, nunca la puso a disposición de que los dos packs de forwards tuvieran la posibilidad de obtenerla. No, sabiéndose perdedor de antemano, apeló a la falta. Lo mismo sucedió con el octavo visitante que sin disimulo alguno introducía sus dos manos en el scrum “apurando” la salida de la pelota. Algo muy parecido sucedió cuando Córdoba era la plataforma de la disputa de la pelota en el suelo (ruck) cuya salida casi siempre era muy lenta debido a la traba antirreglamentaria de Mar del Plata, que de esa manera fue sumando argumentos con la idea de no perder por goleada. ¿Y Córdoba? Bien gracias. La escuadra local dejó hacer, no supo mejorar la disponibilidad del juego disminuyendo así la utilización de todo su potencial, que sin dudas era superior al de su oponente. En síntesis, no siempre el equipo adversario juega como al otro le conviene, pienso que eso jamás sucede. Entonces el partido de ayer discurrió entre el quería hacer (casi siempre sin el despliegue táctico conveniente) y que ante la adversidad no supo o no pudo ampliar la gama de argumentos para conseguirlo (Córdoba) y el otro que no lo dejaba y lo hacía casi siempre de manera antirreglamentaria (Mar del Plata).Lo llamativo, finalmente, fue que en el medio de la discordia, estuvo Mauro Rivera el buen árbitro rosarino, que ciertamente no ayudó a encarrilar la cuestión. O a lo mejor pensó: “Son dos equipos del más alto nivel del rugby nacional, no voy a venir yo a decirles cómo deben disponer cada uno de los tantos recursos que ofrece este juego”. Foto: Bustos Moyano (La Voz del Interior) - (Por Jorge Mazzieri - www.tercertiemporugby.com.ar)

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